21/9/2020 2 Comentarios Realidad (?) P.2La filosofía
Las formas, en Platón, remitían al concepto del arquetipo, ubicado por fuera del espacio y el tiempo y no podían ser aproximadas a través de los sentidos, sino por la mente, que se acercaba sin llegar a aprehenderlas. Así, los objetos se aproximan a estas pero no llegan a capturar su esencia, que es inmutable, perfecta y extra terrena. En el caso de Aristóteles las formas y los objetos coinciden en su existencia, se corresponden y su sustancia es la del objeto, por lo tanto si uno cambia, la otra cambia. No existe la noción de lo "ideal", sino lo "real", lo sensible.
Siendo esta la referencia inicial, es inevitable pensar en el progreso del pensamiento, la conformación de la ciencia, y la búsqueda humana por adquirir cada vez más certezas. La historia de la ciencia pareció dirigirse en un claro derrotero aristotélico, buscando lo tangible, lo medible. Se descubrieron las más inhóspitas latitudes y se las confinó a mapas, enciclopedias y revistas científicas; pasó igual con animales, plantas, y hasta con los átomos. Las ciencias sociales emularon inicialmente los objetivos y los métodos de las ciencias naturales y procuraron trocar la especulación por la certeza, lo que implicó crear formulas que permitan entender los movimientos sociales, los partidos políticos, las preferencias económicas, y tantas pequeñas cosas que hacen a la cotidianidad de la humanidad. Cada vez más la teoría - en todos los ámbitos - parecía acercarse a certezas más sólidas, mejor investigadas, sustentadas en muchísima información. La paradoja reside en que la herramienta que permitiría almacenar, intercambiar y producir más información para favorecer a la propia ciencia, en pocas décadas produciría un extraño tránsito hacia la disolución de la realidad en la virtualidad. Es cierto, se preservan las bondades originarias, y en muchos sitios el acceso a internet, y particularmente a las redes sociales ha hecho la diferencia frente a condiciones complejas; pero en términos generales, por lo menos para occidente, esto ha significado un elemento de tensión para la ciencia (es fácil encontrar conspiradores, terraplanistas, anti vacunas, y fanáticos religiosos, fortaleciéndose gracias al internet) pero también para la vida simple de quien no tiene una posición demasiado profunda sobre ningún tema. El ciudadano promedio. Ellos son la referencia principal en "The Social Dilemma". Las personas que llevan adelante una vida común y corriente, como todos, y que encuentran un breve desfogue de su cotidianidad en las redes sociales. Nada pretencioso, ni elaborado. La premisa del documental, sin embargo, apunta a como cada click alimenta un algoritmo, y construye una imagen "ideal" de los individuos, en el sentido platónico, con una salvedad que no es menor, en el afán de "monetizar" esa imagen ideal se vuelve necesario influirla, inducirla a ciertos elementos que la hacen más atractiva para la economía de mercado. Es el arquetipo con un visible banner de publicidad personalizada. Millones de individualidades sumidas en ese esquema, interacciones que inevitablemente tienen que pasar por esos medios, y la retribución psicológica del like en las redes, terminan por alimentar aquel mundo paralelo donde las perspectivas más cercanas a las personales son predominantes, y por lo tanto, se provocan clivajes cada vez más insalvables. Los mundos ideales de cada individuo se superponen a las realidades fácticas, y naturalmente, los primeros son más deseables porque son cómodos. Quizás este es el soma de Aldous Huxley.
2 Comentarios
Daniela Celleri
30/9/2020 07:40:20
Interesante dualismo entre lo ideal y lo real... y si por un lado la crítica a las redes sociales es como lo planteas, por otro lado, creo que va más allá...
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Diego
14/11/2020 13:18:52
Pero el problema es que parecería que no hay realidad, per se. O por lo menos la gente intenta vivir en esa dimensión "ideal". Por otra parte, parecería que este no es un problema nuevo, necesariamente; Umberto Eco publicó en 2012 una compilación de ensayos que van desde los años setenta hasta los 2000, "La estrategia de la ilusión", y en uno de esos, Hacia una nueva Edad Media (1972), juega con la idea de que la contemporaneidad al igual que la Edad Media, jugó con seleccionar - a ratos aleatoriamente - la "realidad", constituyendo una suerte de "…bricolaje, en equilibrio entre nostalgia, esperanza y desesperación" (p. 110); y como previendo el siglo XXI, y especialmente el 2020, añade que la Edad Media, "bajo su apariencia inmoviliza y dogmática, constituyó, paradójicamente, un momento de 'revolución cultural'. Todo el proceso estuvo caracterizado de manera natural por pestilencias y estragos, intolerancia y muerte" (ídem.)
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