13/9/2019 0 Comentarios Sueño de una noche veranoEsa música triste que penetraba en sus almas, lentamente, llenándolos, mojándolos, al tiempo que sus manos, tímidas al inicio, seguras y ansiosas al final, emulaban el agua que moja la tierra seca, se fundían una en la otra y procuraban desaparecer mutuamente en una caricia tan profunda y tan prorrogada.
Las conversaciones breves sobre cualquiera de los detalles del escenario, solo como pretexto para acercar sus caras. Las ganas enormes de besarse cuando el rasgado de la guitarra, lenta y ensoñadora, hablaba de lo que les sucedía con comprensión, complicidad y amor. La voz pausada, exacta y al mismo tiempo, llena de intención solamente empujaba su deseo. Y el fin. Caminar y buscar una cerveza para impedir que el momento termine. Y otra. Algunas más, y cuando fue inevitable, una para el camino, y caminar. Caminar en una ciudad en la que nadie lo hace. Caminar en contra de la sabiduría popular y avanzar cuadra tras cuadra rememorando, riendo, discutiendo, burlándose del brazo demasiado rígido cuando ella apoyó el suyo, de la gente conocida, de sus muestras que una persona despistada aún puede sobrevivir en el siglo XXI. Seguramente en algún punto la cerveza se acabó. Y siguieron caminando. Siempre era un pretexto, como todo, un pretexto para justificar su deseo de estar juntos y la imposibilidad autoimpuesta y aceptada dubitativamente por los dos. Pero nada de eso entra en el momento. Demasiado complejo, lejano y difícil. Solo quieren amarse al caminar juntos. Al refugiarse en el otro frente a la película de terror o ante la broma tonta. No reprodujeron lo de tantas otras veces. No buscaron una cama y se desnudaron, no hicieron el amor con anhelo, añoranza y deseo, como tantas veces en que la pasión y las lágrimas se mezclaban en un mismo, indescriptible momento. Y sin embargo, al llegar a una tienda de gasolinera cualquiera, ante dos botellas de agua, se desnudaron. Uno hablando, otro escuchando. Turnándose, como cuando se quitaban la ropa: la camisa, ¿y qué paso?, el pantalón ¿pero qué pensaste?, la ultima prenda ¿qué sentiste, qué sientes hoy?. Desnudos. Y llega el taxi. Hoy, hacer el amor es sentarse uno junto al otro y tan pronto se mueve, abrazarse, abrazarse como la primera vez. Como ese abrazo que cambio todo, que abrió una ventana a un universo desconocido. Lleno de música, de sol, de encuentro. Juntos hasta el primer destino. Duermen juntos. En cada cama hay la sensación del casi beso que al despedirse estuvo allí. Están las precisas notas del tango, las ensoñadoras frases del fado, y las románticamente trágicas historias del pasillo. Sueñan con aquello que envuelve sus almas, un verano ha.
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2/9/2019 1 Comentario O, K, DPrimera parteO.
Aparentemente el tiempo se acerca y dentro de poco, mi paso por el mundo llegará a su fin. Y en este tránsito no puedo dejar de reparar en la ironía de que mi hija, a quien ayudé de tantas maneras distintas a vivir, ahora me ayuda a morir. ¿Se necesita ayuda para morir? La respuesta más probable es si; la forma que esa ayuda adquiere es insospechada.
Me cuestiona. Es extraño sentir que la chiquita a la que regañaba por tonterías como mancharse irremediablemente el vestido con helado de chocolate, sobre el que le advertiste medio minuto antes…ahora te regaña como si hubieran desaparecido 87 años de tu línea de vida. La película que vimos hablaba del recuerdo que te queda cuando todo se ha ido, trivializado, por la enfermedad, el dolor, o simplemente por el cansancio de una vida prolongada. ¿Qué recuerdo? |
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Noviembre 2023
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