4/2/2021 0 Comentarios Ritmo y silencioLentamente se superponen las dos respiraciones en la semi penumbra, Profundamente entra el aire y con la misma placidez lo deja, y en el intermedio de una, se escucha la otra, con una cadencia más breve, pero igualmente abandonada al descanso. Con una tenue luz que se filtra por un costado de la habitación, es posible intuir la construcción de de universos increíbles, recuerdos felices y pacíficas imágenes, todas resumidas en la pequeña sonrisa que esboza al darse la vuelta. En apenas cuatro años, ha descubierto la fórmula para que nada pueda ser perturbado y ha logrado que el mundo sea nuevamente armónico. Sus pequeños pies, cansados de correr y saltar innumerables horas en un largo día, se estiran y acarician a su compañero de cama. Desde la adustez que le permite haber llegado a la mitad de su vida, con gustos que no pueden ser cuestionados ni desatendidos, retoza en la caricia y profundiza su respiración. Con flexibilidad imposible de emular en otra especie,
Y el compás intercalado de los cuatro años humanos y los siete felinos, continua mientras cada uno disfruta la tranquilidad del silencio, del calor y la noción de que nada puede perturbar ese momento. Desde tal abandono, el mundo externo y sus presiones son insensatas, pues nunca lograrán ser importantes como la sencilla felicidad. de estirar el pie y acariciar un gato que a su vez se solaza en la caricia. Viene una vuelta más y unas palabras que no se entienden, pero que dejan la certeza de que hay un diálogo distante. en ese etéreo mundo. Un diálogo que termina con una sonrisa más y que es respondido con una pata que se estira para abrazar con delicadeza ese pie.
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3/2/2021 0 Comentarios El calígrafo
El New York Times presentó hoy una nota llamada "5 Minutes That Will Make You Love String Quartets", y allí descubrí a Reza Valli y al cuarteto Carpe Diem, con una pieza llamada “Ashoob (Calligraphy No. 14)”. Luego descubrí toda su serie, el "Libro de Caligrafía", y desconociendo la historia que su compositor quiso transmitir, se me ocurrió la siguiente:
borde, y luego los siente caer por miles, entre sus sandalias y de allí al piso, al sacudirlas rápidamente. Sopla sobre la hoja, y empuja la arena, que finalmente se mezclara con toda la que se ha depositado en los ladrillos que forman el piso, y que con la siguiente ventisca seguirá su camino a otro desierto, otra plantación consumida por el sol, otro río desecado, otra ciudad y otra vida, para volver luego de siglos a este punto, Cuando nadie más esté, cuando ya nada de esto importe.
Pero él no piensa en el tiempo. Termina de limpiar la hoja y brevemente hace lo mismo con sus plumillas y dos frascos de tinta negra. Los mira y piensa en el oscuro misterio contenido en la tinta: profunda, insondable y de movimientos sedosos como los de un gato que se recuesta al sol de la tarde. Presume la virginidad de la tinta frente a la arena que todo lo ha tocado, cree que de su pureza nacerán universos, historias, hechos y constataciones, cuando la pluma horade levemente la uniformidad de la tinta y la traslade sistemáticamente, gota a gota, a una serie de líneas que constituirán ese nuevo objeto, que será, además, un nuevo estado de la materia. Mira los frascos y se regocija en esa pureza contenida. Olvida que los breves milímetros de vidrio que preservan la tinta, fueron también arena previo a su transmutación definitiva por el fuego. Lo olvida, no lo conoce, o no le importa. Es hora del trabajo. El sol atraviesa las partículas de arena suspendidas en el aire, y recuerda que toda la naturaleza sigue en su constante avance. Él también tendrá que avanzar. Una vez más limpia el papel, sopla sobre él y con su mano izquierda toma una plumilla que remoja con experticia en el primer frasco. Sin dejarla demasiado tiempo, sin insertarla muy profundamente, consigue que absorba la cantidad justa de tinta y comienza su trabajo. Línea tras línea, la hoja se llena de caracteres que con delicadeza suben, bajan, a ratos se cortan, mientras que en otros, revelan un movimiento continuo, persistente, como buscando aprehender definitivamente aquello que la mano imprime, aquello que la mente sintetizó. Por momentos el ritmo es frenético y asemeja un duelo de espadas, en la que una sola es visible, pero cuyas evoluciones hacen presumir la intensidad del encuentro. En otros, el ritmo es sosegado y la pluma parece danzar, sus pies dejando huellas sobre una alfombra blancuzca, dando pequeños saltos e inclinándose en ángulos imposibles, solo para levantarse sin esfuerzo en unos segundos. Y llena estas hojas, una tras otra. Consume el primer frasco de tinta y sin más, destapa el siguiente. Continuan multiplicándose las ideas, las formas, y su mano, por momentos, siente la tensión y el cansancio, pero decide no detenerse. El sol comienza a caer y sabe que en pocas horas vendrá el simún y con él, el desafío verdadero por sobrevivir. Y parte de esa pretensión, añeja como la humanidad, es escribir…y quizás dejar que aquellas palabras se trasladen por otros desiertos, otras plantaciones, otros ríos, otras ciudades y lleguen a otras vidas, relatando para los siglos posteriores, la existencia, la vida, en aquel minúsculo punto del universo que, como todos, será consumido irremediablemente. |
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Noviembre 2023
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